viernes, marzo 02, 2007

• Susurro de Dios



Un hombre susurró: "Dios, háblame". Y entonces cantó un pajarito. Pero el hombre no escuchó. Entonces, el hombre gritó: "Dios, háblame". Y entonces se oyeron truenos a través de un colchón de nubes. Pero de nuevo el hombre no escuchó.

El hombre miró a su alrededor y dijo: "Dios, déjame verte". Y una estrella brilló en el firmamento como nunca había brillado. Pero el hombre no miró al cielo y no la vió...

Entonces el hombre, indignado, fuertemente gritó: "Dios, déjame ver un milagro". ¡Y nació su hijo! Pero el hombre no se dio cuenta de la nueva e irrepetible vida que comenzaba.

Entonces gritó desesperado: "Dios, tócame, déjame sentirte". En ese momento, Dios bajó del cielo y tocó al hombre en su mejilla suavemente. Pero el hombre quitó la linda mariposa de su mejilla y siguió su camino.

Esto nos debe recordar que Dios siempre está a nuestro lado, en todo, en lo grande y lo sencillo, al igual que en cosas a las que no le prestamos mucha atención. Inclusive en nuestra era electrónica.

El hombre, llorando, gritó: "Dios, necesito tu ayuda". Y, en ese momento, le llegó un mensaje de correo electrónico con buenas noticias, dándole aliento, y con la oración y el abrazo de alguien que lo quería... El hombre no lo vió... Siguió trabajando y lo borró sin leerlo.

No te pierdas de una oración ni de un buen amigo sólo porque la envoltura no es lo que tú esperas...

Dios nos habla a través de las personas más sencillas y menos esperadas. Este mensaje vino con la instrucción de que yo lo envíe a todo aquel a quien yo quiera que Dios le dé su bendición, y yo lo comparto con mis amigos.

Tú puedes hacer lo mismo y compartirlo con quien tú quieras bendecir también. Espera siempre lo inesperado. ­¡Que Dios nos bendiga!

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