Sabiendo la necesidad que estaba pasando su familia la mujer rogó: "por favor señor, se lo pagaré tan pronto como pueda"; el dueño le dijo que no podía darle crédito, ya que no tenía una cuenta de crédito en su tienda; de pie, cerca del mostrador, se encontraba un cliente que escuchaba la conversación entre el dueño de la tienda y la mujer.
El cliente se acercó y le dijo al dueño de la tienda que el se haría cargo de lo que la mujer necesitara para su familia; el dueño, amoscado, preguntó a la mujer: " ¿Tiene usted una lista de compras?".
La mujer dijo: "Si señor"; "Esta bien," dijo el dueño, "ponga su lista en la balanza de platos y lo que pese su lista le daré en comestibles".
La mujer titubeó por un momento y cabizbaja buscó en su cartera un pedazo de papel, escribió algo en él y lo puso, triste aún, en un plato de la balanza.
Los ojos del dueño y del cliente se llenaron de asombro, cuando el plato de la balanza donde estaba el papel se hundió hasta el fondo y se quedo así; el dueño sin
dejar de mirar la balanza dijo: "No lo puedo creer"...

Finalmente, agarro el pedazo de papel y lo miró con mucho más asombro....
No era una lista de compra, era una oración que decía: "QUERIDO SEÑOR, TÚ CONOCES MIS NECESIDADES Y YO VOY A DEJAR ESTO EN TUS MANOS"
El dueño de la tienda le entregó los comestibles que había pesado y quedó allí en silencio. La mujer agradeció y abandonó la tienda; el cliente entregó un billete de cincuenta dólares al dueño y le dijo:
"Valió cada centavo de este billete, ahora sabemos cuanto pesa una oración"
No hay comentarios.:
Publicar un comentario