miércoles, febrero 28, 2007

• La parte más importante


Cuando yo era muy joven, mi madre me preguntó cuál era la parte más importante del cuerpo.

Yo pensaba que el sonido era muy importante para nosotros, los seres humanos, entonces le dije:

- Mis oídos.

-No, dijo ella. Muchas personas son sordas...

Pasó un tiempo y mi madre volvió a preguntar. Yo había pensado bastante y creía tener la respuesta correcta.

- La visión es muy importante para todos, entonces deben ser nuestros ojos. Ella me miró y dijo:

- Todavía no tienes la respuesta correcta, porque hay muchas personas que son ciegas...

Siempre creí que era apenas un juego entre nosotros dos. Pero el día que murió mi abuelo, y ante mi dolor ella dijo:

- Hoy es un día en que necesitás aprender esta importante lección. La parte más importante del cuerpo son tus hombros. Intrigado, pregunté:

- ¿Porque ellos sostienen mi cabeza?

- No, respondió, es porque en ellos pueden apoyar la cabeza un amigo o alguien amado cuando llora. Todos necesitamos de un hombro para llorar en algún momento de nuestra vida.

En esa ocasión descubrí cuál es la parte del cuerpo más importante. Porque, en aquel momento, quién necesitó un hombro fui yo.

Quiero que tú también tengas bastante amor y amigos, y que tus hombros estén siempre cuando alguien los necesite.

No olvides que:

“Las personas podrán olvidar lo que tú dices... olvidarán lo que tú haces... pero nunca olvidarán lo que tú les haces sentir.”

Los buenos amigos son como estrellas... no siempre las ves, pero sabes que siempre están".

martes, febrero 27, 2007

• Bonsai

ARMONÍA entre la Naturaleza, el Hombre y el Universo

“El buen proceder consiste en ser sinceros en todo y adecuar nuestra alma con la voluntad universal, esto es, hacer a los otros aquello que deseamos que nos hagan.”

“El hombre de bien exige todo de sí mismo; el hombre mediocre espera todo de los otros."

“La mayor gloria no es permanecer de pie, sino levantarse cada vez que se cae."

"Solo los grandes sabios y los grandes ignorantes son inmutables."

“Las hierbas dañinas no matan la buena simiente, pero si la negligencia del campesino.”

“Para donde quiera que vayas, vete con todo, lleva al lado tu corazón”

"Transportar un puñado de tierra todos los días, y haréis una montaña."

"No corregir nuestras faltas es lo mismo que cometer nuevos errores."

"Escoge un trabajo que tú ames, y no tendrás que trabajar un único día de tu vida.“

"No te creas tan grande hasta el punto de pensar y ver a los demás por debajo de ti.”

“Aquel que estima más el oro que a la virtud ha de perder a ambos".

"Mucho sabe quien conoce la propia ignorancia”.

“Todas las cosas poseen belleza, pero no todos la ven.”

“Debes tener la cabeza siempre fría, el corazón siempre caliente y la mano siempre larga.”

“Deja que el caracter sea formado por la poesía, fijado por las leyes del buen comportamiento, y perfeccionado por la música.”

"Nunca desafies aposta. Si sabes que vas a ganar eres un canalla y si no lo sabes eres un loco."

“Hasta que el sol brille, encendamos una vela en la escuridad”.

“Donde hay justicia no hay pobreza.”

“Pagar el bien con el bien y el mal con la justicia."

“Algún dinero evita preocupaciones; mucho, las atrae”.

"Cuéntame, y lo olvidaré. Muéstrame, y lo recordaré. Envuélveme, y lo entenderé".

“Cuando naciste, a tu alrededor todos reían, sólo tu llorabas. Haz por vivir de tal modo que, a la hora de tu muerte, todos lloren, sólo tu rías”.

“Hay personas que lloran al saber que las rosas tienen espinas. Otras se ríen de alegría al saber que las espinas tienen rosas”.

"La ignorancia es la noche de la mente, mas una noche sin luna ni estrellas”.

“Exige mucho de ti y espera poco de los otros.”

(Confucio)

(551-479 A.C. ). Nombre real: Kung Futsé, el primer y mayor Maestro de la antigüedad. Filósofo y teórico político cuyas ideas y pensamientos ejercieron una profunda influencia sobre la civilización de toda Asia Oriental.

miércoles, febrero 21, 2007

• Necesitamos...


Un borrador, para borrar de nuestra historia todo lo que nos haga daño.

Un detergente, para quitar las manchas de las máscaras que usamos a diario.

Unas tijeras, para cortar todo aquello que nos impide crecer.

Un pájaro, para que nos enseñe a volar alto y cantar con libertad.

Una tinaja, para añejar el cariño y la madurez del amor.

Un frasco transparente, para conservar las sonrisas y sin tapa para escuchar su alegre sonido.

Unos lentes, correctores de la visión de la vida, que nos permitan observar con amor al prójimo y a la naturaleza.

Una ardilla, que nos indique como trepar por las ramas del árbol de la sabiduría.

Unas agujas grandes, para tejer sueños e ilusiones.

Un cofre, para guardar todos los recuerdos que construyen y dan vida.

Un cierre, que permita abrir la mente cuando se desee encontrar respuestas, otro para cerrar nuestra boca cuando sea necesario y otro para abrir nuestro corazón.

Un reloj, para darle todo el tiempo al amor y al amar.

Un rebobinador de películas, para recordar los momentos más felices en nuestras vidas.

Unos zapatos de la ética y la moral, para pisar firme y seguro por donde quiera que vamos.

Una balanza, para pesar todo lo vivido y todo lo experimentado.

Un espejo, para admirar a la persona que vale mucho y es bien linda...

¡Tú!

domingo, febrero 18, 2007

• El perdón


El tema del día era el resentimiento y el maestro nos había pedido que lleváramos papas y una bolsa de plástico.Ya en clase, elegimos una papa por cada persona que guardábamos resentimiento. Escribimos su nombre en ella y la pusimos dentro de la bolsa.
Algunas bolsas eran realmente pesadas.

El ejercicio consistía en que durante una semana lleváramos con nosotros a todos lados esa bolsa de papas. Naturalmente la condición de las papas se iba deteriorando con el tiempo. El fastidio de acarrear esa bolsa en todo momento me mostró claramente el peso espiritual que cargaba a diario y cómo, mientras ponía mi atención en ella para no olvidarla en ningún lado desatendía cosas que eran más importantes para mí.

Todos tenemos papas pudriéndose en nuestra "mochila" sentimental. Este ejercicio fue una gran metáfora del precio que pagaba a diario por mantener el resentimiento por algo que ya había pasado y no podía cambiarse. Me di cuenta que cuando hacía importantes los temas incompletos o las promesas no cumplidas me llenaba de resentimiento, aumentaba mi stress, no dormía bien y mi atención se dispersaba. Perdonar y dejarlas ir me llenó de paz y calma, alimentando mi espíritu.

La falta de perdón es como un veneno que tomamos a diario a gotas pero que finalmente nos termina envenenando. Muchas veces pensamos que el perdón es un regalo para el otro sin darnos cuenta que los únicos beneficiados somos nosotros mismos. El perdón es una expresión de amor. El perdón nos libera de ataduras que nos amargan el alma y enferman el cuerpo. No significa que estés de acuerdo con lo que pasó, ni que lo apruebes. Perdonar no significa dejar de darle importancia a lo que sucedió, ni darle la razón a alguien que te lastimó. Simplemente significa dejar de lado aquellos pensamientos negativos que nos causaron dolor o enojo.

El perdón se basa en la aceptación de lo que pasó. La falta de perdón te ata a las personas desde el resentimiento. Te tiene encadenado. La falta de perdón es el veneno más destructivo para el espíritu ya que neutraliza los recursos emocionales que tienes. El perdón es una declaración que puedes y debes renovar a diario. Muchas veces la persona más importante a la que tienes que perdonar es a ti mismo por todas las cosas que no fueron de la manera que pensabas.

"La declaración del Perdón es la clave para liberarte". ¿Con qué personas estás resentido? ¿A quiénes no puedes perdonar? ¿Tú eres infalible y por eso no puedes perdonar los errores ajenos? "Perdona para que puedas ser perdonado" "Recuerda que con la vara que mides, serás medido..."

viernes, febrero 16, 2007

• Un corazón hermoso

Un día un hombre joven se situó en el centro de un poblado y proclamó que él poseía el corazón más hermoso de toda la comarca. Una gran multitud se congregó a su alrededor y todos admiraron y confirmaron que su corazón era perfecto, pues no se observaban en él ni máculas ni rasguños. Sí, coincidieron todos que era el corazón más hermoso que hubieran visto.

Al verse admirado el joven se sintió más orgulloso aún, y con mayor fervor aseguró poseer el corazón más hermoso de todo el vasto lugar.

De pronto un anciano se acercó y dijo: ¿Porqué dices eso, si tu corazón no es ni tan proximadamente, tan hermoso como el mío? Sorprendidos la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía vigorosamente, éste estaba cubierto de cicatrices y hasta había zonas donde faltaban trozos y éstos habían sido reemplazados por otros que no entraban perfectamente en el lugar, pues se veían bordes y aristas irregulares en su rededor. Es más, había lugares con huecos, donde faltaban trozos profundos.

La mirada de la gente se sobrecogió ¿Cómo puede él decir que su corazón es más hermoso? pensaron... El joven contempló el corazón del anciano y al ver su estado, se echó a reír. Debes estar bromeando dijo, compara tu corazón con el mío... el mío es perfecto, en cambio el tuyo es un conjunto de cicatrices y dolor.

Es cierto, dijo el anciano, tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me involucraría contigo... Mira, cada cicatriz representa una persona a la cual entregué todo mi amor, arranqué trozos de mi corazón para entregárselos a cada uno de aquellos que he amado. Muchos a su vez, me han obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedó abierto. Como las piezas no eran iguales, quedaron los bordes por los cuales me alegro, porque al poseerlos me recuerdan el amor que hemos compartido. Hubo oportunidades, en las cuales entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco del suyo a cambio, de ahí quedaron los huecos.

Dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los sigo amando y alimentan la esperanza, que algún día, quizás, regresen y llenen el vacío que han dejado en mi corazón. ¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso?

El joven permaneció en silencio, lágrimas corrían por sus mejillas, se acercó al anciano, arrancó un trozo de su hermoso y joven corazón y se lo ofreció. El anciano lo recibió y lo colocó en su corazón, luego a su vez arrancó un trozo del suyo ya viejo y maltrecho y con el tapo la herida abierta del joven. La pieza se amoldó, pero no a la perfección. Al no haber sido idénticos los trozos, se notaban los bordes. El joven miró su corazón que ya no era perfecto, pero lucía mucho mas hermoso que antes, porque el amor del anciano fluía en su interior.

¡Desde aquí puedo ver lo hermoso que es tu corazón! ¡Que tengas un lindo día, el mas hermoso! Recibe un pedazo de mi corazón...

jueves, febrero 15, 2007

• La vasija agrietada

"Un cargador de agua en la India tenía dos grandes vasijas que colgaban a los extremos de un palo que llevaba encima de sus hombros.
Una de las vasijas tenía una grieta, mientras que la otra era perfecta y entregaba el agua completa al final del largo camino a pie, desde el arroyo hasta la casa de su patrón.
Cuando llegaba, la vasija rota sólo contenía la mitad del agua. Por dos años completos esto fue así diariamente. Desde luego la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, perfecta para los fines para lo que fue creada.
La pobre vasija agrietada muy avergonzada de su propia imperfección, se sentía miserable porque sólo podía conseguir la mitad de lo que se suponía debía hacer.
Después de dos años le habló al aguador diciéndole: "Estoy avergonzada de mi misma y me quiero disculpar contigo..."
"¿Por qué?" Le preguntó el aguador.
"Porque debido a mis grietas, sólo puedes entregar la mitad de mi carga, debido a mis grietas, s
ólo obtienes la mitad del valor de lo que deberías.
" El aguador se sintió muy apesadumbrado por la vasija y con gran compasión le dijo:
"Cuando regresemos a la casa del patrón quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino. Así lo hizo y en efecto vio muchísimas flores hermosas a todo lo largo, pero de todos modos se sintió muy apenada porque al final sólo llevaba la mitad de su carga.
El aguador le dijo:
"¿Te diste cuenta que las flores sólo crecen en tu lado del camino?, siempre he sabido de tus grietas y quise obtener ventaja de ello, sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde tú vas y todos los días tú las has regado. Por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi maestro.
Sin ser exactamente como eres, Él no hubiera tenido esa belleza sobre su mesa".
¡En la gran economía de Dios, todo es aprovechable!
Todos tenemos defectos, debilidades y cualidades y debemos sacar provecho de todos ellos para servir a Dios, nunca debemos sentirnos menos o más que otros, porque todos tenemos una meta que cumplir, un trabajo que hacer.
Cada uno de nosotros tiene sus propias grietas. Todos somos vasijas agrietadas, pero si le permitimos a Dios utilizar nuestras grietas para decorar la mesa de su Padre...

miércoles, febrero 14, 2007

• Una verdadera historia de amor

Los pasajeros observaban con simpatía a la atractiva joven con bastón blanco que subía cuidadosamente al bus. Ella pagó al conductor, y usando sus manos para sentir el puesto de la silla, caminó por el pasillo y encontró el sitio que él le dijo estaba vacío. Luego de estar sentada, puso su maletín sobre sus piernas y delicadamente apoyó su bastón sobre uno de sus brazos.

Había transcurrido un año desde que Susan, de treinta y cuatro años, quedó ciega, debido a un mal diagnóstico médico. Ella había quedado sin visión, y fue súbitamente conducida al mundo de la oscuridad, frustración, y enojo. Habiendo sido una vez una mujer muy independiente, ahora Susan se sentía condenada por este terrible giro de fatalidad, de llegar a ser impotente, sujeta a la ayuda de quienes estaban a su alrededor.

- “¿Cómo pudo pasarme esto a mí?” expresaba ella y su corazón denotaba un terrible enojo. Pero no importaba cómo había llorado o suplicado, ella sabía la dolorosa realidad de que su visión jamás sería recuperada. Ahora lo único que ella tenía, era a su esposo Mark.

Mark era un oficial de la Fuerza Aérea, y amaba a Susan con todo su corazón. Al principio, cuando ella perdió la visión, él la observaba hundida en la desesperación y comenzó a ayudar a su esposa a ganar fuerzas y confianza. Ella necesitaba llegar a ser independiente otra vez. Su trasfondo militar lo había entrenado bien para lidiar con situaciones delicadas, pero él sabía que ésta era la batalla más difícil que había enfrentado.

Finalmente, Susan se sintió preparada para volver a trabajar, pero ¿cómo podría ella llegar a ese lugar? Ella estaba acostumbrada a tomar el bus, pero ahora se le hacía muy difícil circular por la ciudad ella sola. Mark se ofreció a llevarla al trabajo todos los días, a pesar de que trabajaban en lugares distantes de la ciudad. Al principio, esto confortaba a Susan y llenaba la necesidad de Mark de proteger a su invidente esposa, quien se sentía muy insegura de superar este aspecto.

Pronto, Mark entendió que este método no estaba funcionando; era costoso y extenuante. Susan iba a tener que empezar a tomar nuevamente el bus, se decía para sí. Pero sólo el pensar mencionarle esto a su esposa lo hacía temblar. Ella estaba todavía muy frágil y enojada. ¿Cómo reaccionaría?


Tal como Mark lo predijo, Susan se horrorizó con la idea de tomar el bus nuevamente. “¡Soy ciega!” respondió gritando. “Cómo se supone que voy a saber dónde estoy?” “Me siento como si me estuvieras abandonando”. El corazón de Mark se rompió al oír estas palabras, pero sabía que tenía que hacerlo. Él le prometió a Susan que cada mañana y cada tarde subiría al bus con ella, el tiempo que fuera necesario, hasta que ella lo lograra por sí misma. Y fue exactamente así como lo hizo.

Por dos semanas, Mark, con su uniforme militar, acompañó a Susan hacia y desde su trabajo cada día. El le enseñó cómo apoyarse en sus otros sentidos, especialmente en el del oído, para saber dónde estaba y cómo adaptarse a su nuevo entorno. Él la ayudó a hacer amistad con el conductor del bus, quien podría observarla, y guardarle un puesto. Él la hacía reír, aún en esos días no muy buenos. Cada mañana, ellos hacían el recorrido juntos, y Mark se regresaba para ir a su oficina. A pesar de que esta rutina era aún mucho más costosa y extenuante, Mark sabía que sólo era asunto de tiempo para que Susan fuera capaz de tomar el bus por ella misma. Él creía en ella, en la Susan que él estaba acostumbrado a tratar antes de que perdiera la vista, quien no temía ningún reto y quien nunca jamás renunciaba.

Un día, Susan decidió que estaba lista para probar viajar sola. El lunes en la mañana, antes de levantarse, ella colocó sus brazos alrededor de Mark, su esposo, su mejor amigo, y su compañero para tomar el bus temporalmente. Sus ojos se llenaron de lágrimas de gratitud por su lealtad, su paciencia y su amor. Ella le dijo adiós y, por pirmera vez, salieron por diferentes rutas.

Lunes, martes, miércoles, jueves…. Cada día fue perfecto para ella.Susan nunca se había sentido mejor. ¡Lo estaba haciendo!Ella estaba haciéndolo todo sola. El viernes en la mañana, Susan tomó el bus para ir trabajar como de costumbre. Cuando estaba pagando, e iba saliendo del bus, el conductor dijo: - “Señora, de seguro que la envidio”.

Susan no estaba segura si el conductor se refería o no a ella. Después de todo, ¿quién en este mundo podría envidiar a una mujer ciega, que luchaba por tomar fuerzas para continuar viviendo?

Curiosa, ella le preguntó: - “¿Por qué dice usted que me envidia?Él respondió:- “Debe sentirse muy bien ser cuidada y protegida como lo han hecho con usted”.

Susan no tenía idea de lo que el conductor estaba hablando, y preguntó otra vez:- “Qué quiere decir?”

El conductor respondió:- Desde la semana pasada, cada mañana, un gentil caballero con uniforme militar ha estado esperando en la esquina vigilándola cuando usted baja del bus. Él se asegura que usted cruce la calle, y la observa hasta que usted entra al edificio donde trabaja. Entonces él le tira un beso, le da un pequeño saludo, y se va. Usted es una dama con suerte. La felicidad inundó a Susan. A pesar de que ella físicamente no podía verle, ella siempre sentía la presencia de Mark. Ella era bendecida, tan bendecida, porque él le había dado un regalo más poderoso que la visión, un regalo que ella no necesitaba ver para creerlo: El regalo del amor que le pudo traer luz, donde existía oscuridad.

(Autor desconocido)

martes, febrero 13, 2007

• La última lágrima

Allí­ estaba, sentado en una banqueta, con los pies descalzos sobre las baldosas rotas de la vereda, gorra marrón, manos arrugadas sosteniendo un viejo bastón de madera, pantalones que arremangados dejaban libres sus pantorrillas y una camisa blanca, gastada, con un chaleco de lana tejido a mano. El anciano miraba a la nada. Y el viejo lloró, y en su única lágrima expresó tanto que me fue muy difí­cil acercarme, a preguntarle, o siquiera consolarlo.

Por el frente de su casa pasé mirándolo, al voltear su mirada la fijó en mi, le sonreí­, lo saludé con un gesto aunque no crucé la calle, no me animé, no lo conocía y si bien entendí­ que en la mirada de aquella lágrima se mostraba una gran necesidad seguí­ mi camino, sin convencerme de estar haciendo lo correcto.En mi camino guardé la imagen, la de su mirada encontrándose con la mía. Traté de olvidarme. Caminé rápido como escapándome. Compré un libro y tan pronto llegué a mi casa, comencé a leerlo esperando que el tiempo borrara esa presencia... pero esa lágrima no se borraba... Los viejos no lloran así­ por nada, me dije.

Esa noche me costó dormir, la conciencia no entiende de horarios y decidí­ que a la mañana volvería a su casa y conversaría con él, tal como entendí­ que me lo habí­a pedido. Luego de vencer mi pena, logré dormir. Recuerdo haber preparado un poco de café, compré galletas y muy deprisa fui a su casa convencido de tener mucho por conversar.

Llamé a la puerta, cedieron las rechinantes bisagras y salió otro hombre. ¿Qué desea? preguntó, mirándome con un gesto adusto. Busco al anciano que vive en esta casa, contesté.

Mi padre murió ayer por la tarde, dijo entre lágrimas. ¡Murió! dije decepcionado. Las piernas se me aflojaron, la mente se me nubló y los ojos se me humedecieron. ¿Usted quien es? volvió a preguntar.

En realidad, nadie, contesté y agregué. Ayer pasé por la puerta de su casa, y estaba su padre sentado, vi que lloraba y a pesar de que lo saludé no me detuve a preguntarle qué le sucedía pero hoy volví­ para hablar con él pero veo que es tarde. No me lo va a creer pero usted es la persona de quien hablaba en su diario.

Extrañado por lo que me decía, lo miré pidiéndole más explicación. Por favor, pase, me dijo aún sin contestarme. Luego de servir un poco de café me llevó hasta donde estaba su diario y la última hoja rezaba: Hoy me regalaron una sonrisa plena y un saludo amable... hoy es un día bello.
Tuve que sentarme, me dolió el alma de sólo pensar lo importante que hubiera sido para ese hombre que yo cruzara aquella calle. Me levanté lentamente y al mirar al hombre le dije: Si hubiera cruzado de vereda y hubiera conversado unos instantes con su padre...

Pero me interrumpió y con los ojos humedecidos de llanto dijo: Si yo hubiera venido a visitarlo al menos una vez este último año, quizás su saludo y su sonrisa no hubieran significado tanto.

(Autor desconocido)

Si hubiera.... si hubiera... si hubiera... ¡Cuántas veces esas dos palabras han estado en nuestros labios! Tomemos la decisión de aprovechar cada oportunidad para amar, compartir y edificar a otros. Hoy... porque mañana puede ser tarde.

lunes, febrero 12, 2007

• Huellas en la arena

Una noche tuve un sueño. Soñé que caminaba por la playa con el Señor y, a través del cielo, pasaban escenas de mi vida. Por cada escena que pasaba, percibí que quedaban dos pares de pisadas en la arena: unas eran mías y las otras del Señor.

Cuando la última escena pasó delante de nosotros, miré hacia atrás, hacia las pisadas en la arena, y noté que muchas veces en el camino de mi vida quedaban sólo un par de pisadas. Noté también que eso sucedía en los momentos más difíciles de mi vida. Eso realmente me perturbó y pregunté entonces al Señor:

"Señor, Tú me dijiste, cuando resolví seguirte, que andarías conmigo, a lo largo del camino, pero durante los peores momentos de mi vida, había en la arena sólo un par de pisadas. No comprendo porque Tú me dejaste en las horas en que yo más te necesitaba".

Entonces Él, clavando en mi su mirada infinita me contestó: "Mi querido hijo. Yo te he amado y jamás te abandonaría en los momentos más difíciles. Cuando viste en la arena sólo un par de pisadas fue justamente allí donde te cargué en mis brazos".

domingo, febrero 11, 2007

• La silla vacía

(Un relato sobre la manera de orar y la amistad con Jesús)

La hija de un hombre le pidió al sacerdote que fuera a su casa a hacer una oración por su padre que estaba muy enfermo. Cuando el padre llegó a la habitación del enfermo, encontró a este hombre en su cama con la cabeza alzada por un par de almohadas. Había una silla al lado de su cama, por lo que el sacerdote asumió que el hombre sabía que vendría a verlo.

"Supongo que me estaba esperando", le dijo. "No, ¿quién es usted?", dijo el hombre.
"Soy el sacerdote que su hija llamó para que orase con usted, cuando vi la silla vacía al lado de su cama supuse que usted sabía que yo estaba viniendo a verlo"
"Oh sí, la silla", dijo el hombre enfermo, "¿Le importa cerrar la puerta?"
El padre sorprendido la cerró."Nunca le he dicho esto a nadie, pero... toda mi vida la he pasado sin saber cómo orar. Cuando he estado en la iglesia he escuchado siempre al respecto de la oración, que se debe orar y los beneficios que trae, etc. pero siempre ésto de las oraciones me entró por un oído y salió por el otro pues no tengo idea de cómo hacerlo. Entonces hace mucho tiempo abandoné por completo la oración. Esto ha sido así en mi hasta hace unos cuatro años, cuando conversando con mi mejor amigo me dijo:
"José, esto de la oración es simplemente tener una conversación con Jesús.
Así es como te sugiero que lo hagas... te sientas en una silla y colocas otra silla vacía enfrente de ti, luego con fe miras a Jesús sentado delante de ti. No es algo alocado hacerlo pues Él nos dijo: "Yo estaré siempre con ustedes." Por lo tanto, le hablas y lo escuchas, de la misma manera como lo estás haciendo conmigo ahora mismo"


"Así lo hice una vez y me gustó tanto que lo he seguido haciendo unas dos horas diarias desde entonces. Siempre tengo mucho cuidado que no me vaya a ver mi hija pues me internaría de inmediato en la casa de los locos".

El cura sintió una gran emoción al escuchar esto y le dijo a José que era muy bueno lo que había estado haciendo y que no cesara de repetirlo. Luego hizo una oración con él, le dio su bendición, y se fue a su iglesia.

Dos días después, la hija de José llamó al sacerdote para decirle que su padre había fallecido. El cura le preguntó: -¿Falleció en paz?-
Sí, cuando salí de la casa a eso de las dos de la tarde me llamó y fui a verlo a su cama, me dijo lo mucho que me quería y me dio un beso. Cuando regresé de hacer compras una hora mas tarde, ya lo encontré muerto.


Pero hay algo extraño al respecto de su muerte, pues aparentemente justo antes de morir se acercó a la silla que estaba al lado de su cama y recostó su cabeza en ella, pues así lo encontré, ¿qué cree usted que pueda significar esto?

El sacerdote se secó las lágrimas de emoción y le respondió: - "Ojalá que todos nos pudiésemos ir de esa manera".

sábado, febrero 10, 2007

• Sabrás qué es ser padre


Solamente sabrás lo que es ser padre, cuando sientas muy hondo el latido de ese pedazo de tu corazón sobre tu pecho, henchido de legítimo orgullo.

Sabrás lo que es ser padre cuando comprendas que el fruto de tu sueño es ahora una realidad palpitante, ternura en piel viva y mirada inocente ante tu regocijo.

Conocerás la dicha de ser padre cuando entiendas que tu sueño ya jamás será completo, cuando sepas del llanto de la madrugada, de tus largas ojeras y la satisfacción de ver a tu retoño tranquilamente dormido, aunque tú no lo puedas hacer.

Únicamente sabrás lo que es hacerse padre cuando radiante pasees a tu hijo en su dorada carriola, le hables aunque sepas que no te entiende aún y lo veas descubriendo asombrado cada pequeña cosa que constituirá su primera lección de filosofía.

Sabrás lo que significa ser padre cuando en la noche corras por esa medicina que necesita para aliviar su fiebre, al llevar la cuenta de sus vacunas y cuando de puntillas te acerques a su cuna a escuchar su respiración, acompasada y feliz.

Cuando por primera vez te diga papá/ mamá, ría cuando lo lances al aire y no sienta el peligro porque tú le das seguridad con tu sonrisa, cuando le impulses a dar sus primeros pasos, inequívoca señal de que empieza el camino hacia su destino y corras detrás de su bicicleta donde afanosamente pedalea los primeros caminos y distancias del peregrinar futuro de su vida.

Sabrás la maravilla que posees cuando lo lleves por vez primera a la escuela y veas sus ojos llorosos porque no quiere separarse de tí y sientas el alma dolorida al alejarte dejándolo en medio de otros egoísmos que, sin embargo, le enseñarán a ser compartido.

Cuando te muestre sus primeros garrapateados dibujos, incipiente Picasso que preludia en ellos el afán por la belleza que se esconde en su corazón. Y sobre todo cuando se abrace a tí, tomando tu mano simbolizando con ello la confianza de tu fortaleza, que le dará seguridad en su andar.

Sabrás lo que es ser padre cuando reclame tu tiempo y tu tengas que buscarlo y encontrarlo en donde puedas, cuando lo lleves al circo y a la playa y al paseo cansado pero gratificante, cuando juntos sueñen en las vacaciones en que ambos se pertenecerán por completo, cuando le enseñes a jugar y a llenar rompecabezas y juntos caminen por el parque cualquier tarde esplendorosa de abril.

Comprenderás la maravilla que Dios te concedió, cuando te rete con sus primeras preguntas y de momento no sepas como contestarlas, cuando le ayudes a escribir la carta a Santa Claus y esperes la vigilia de la Navidad con el ansia compartida de una nueva niñez tuya y descubra en tu abrazo y tu caricia y tu beso incondicional, cuanto le amas.

Sabrás lo que es ser padre/madre, cuando lo lleves a que toque a Dios por primera vez, le enseñes a rezar por todos y sienta que tu cariño es algo en lo que puede confiadamente descansar. Y cuando ves que va creciendo y tú lo acompañas, va avanzando y tú estás a su lado, y se va haciendo adolescente y en ese proceso tú no lo dejas, por duro que sea el ver que poco a poco se desprende de tí, para ir en busca de sí mismo.

Sabrás lo que es ser padre cuando oigas el reclamo inesperado y su deseo de independencia. El día que deje de acompañarte, porque sus amigos lo esperan y sientas que tu corazón se estremece, porque el día llegó antes de lo que pensabas y sientas profundamente que así debe ser, porque es el precio que pagarás por el aprendizaje de su vuelo definitivo.

Y, finalmente, sabrás lo que es ser padre cuando un día tu hijo tenga que partir para estudiar en otro lugar, o a un trabajo distante y la nostalgia consuma las horas que antes feliz disfrutaste en su compañía y quizás sea el teléfono o internet la lejana liga que te una a él.

Y sobre todo cuando alguien venga y lo lleve de tu lado para perseguir otro arco iris, el de su propia vida, compartida con alguien a quien amará y tú deberás aceptarlo, porque esa es la ley de la vida y tu hijo te fue solamente prestado por un tiempo.

Entonces sabrás lo que es saberte padre. Que no estudiaste para ello, pero lo viviste y lo seguirás viviendo. Y el regocijo que eso te proporcionará deberá entonces ser mayor que el dolor que supone el sentir que algo muy tierno se despide de tu alma. Pero es sólo entonces que podrás saber con plenitud, la maravillosa experiencia, regalo de Dios vivo, que es saberse padre.

­Mira! que mensaje tan profundo, llega hasta lo más profundo, hasta los huesos, casi para todo se estudia en la vida menos para ser padres, es algo que lo aprendemos al caminar paso a pasito al lado de nuestros hijos, nunca nos graduaremos, ni tampoco nos jubilaremos, pero cada día sea la edad que tengamos... hasta que nuestros ojos se cierren seguiremos siendo Padre y Madre!

jueves, febrero 08, 2007

• Lo que he aprendido


He aprendido que no puedes hacer que alguien te ame. Todo lo que puedes hacer es ser alguien quien pueda ser amado, el resto depende de ellos.
He aprendido que no es lo que tienes en la vida, sino a quién tienes lo que cuenta.
He aprendido que utilizar nuestro encanto es breve. De allí en adelante, algo más hay que saber.
He aprendido que no te puedes comparar con lo mejor que otros pueden hacer sino con lo mejor que tú puedes hacer.

He aprendido que no es lo que le pasa a la gente lo importante sino lo que hacen al respecto.
He aprendidoque la decisión de un instante te puede dar dolor de cabeza de por vida.
He aprendido que me llevará toda una vida ser la persona que deseo ser.
He aprendido que es mucho más fácil reaccionar que pensar.
He aprendido que siempre debes despedirte de los seres amados con palabras de amor. Podría ser la última vez que los veas.
He aprendido que siempre puedes llegar más lejos cuando crees que ya no puedes más.
He aprendido que, o controlas tu carácter, o tu carácter te controlará a tí.
He aprendido que sin importar cuán ardiente es una relación al principio, la pasión desaparece, y es mejor que haya algo que tome su lugar.
He aprendido que los héroes son personas que hacen lo que se tiene que hacer cuando se debe hacer sin importar las consecuencias.
He aprendido que aprender a perdonar requiere práctica.
He aprendido que hay gente que te quiere mucho pero que no sabe cómo demostrártelo.
He aprendido que el dinero es una mala manera de evaluar.
He aprendido que mi mejor amigo y yo podemos hacer de todo o nada y pasarlo bien.
He aprendido que de quien menos esperas un día te ayudará a levantarte. He aprendido que una
amistad verdadera continúa creciendo aún en la distancia, al igual que un verdadero amor.
He aprendido que tan solo porque alguien no te ame de la manera que quieres que te ame, no significa que no te ame con todo lo que tiene.
He aprendido que la madurez tiene más que ver con las experiencias que has vivido y lo que de ellas has aprendido, y menos que ver con cuántos cumpleaños has celebrado.
He aprendido que no debemos cambiar de amigos si entendemos que los amigos cambian.
He aprendido que tu familia no estará siempre allí para tí, que vendrán otras gentes que te amarán y velarán por ti.
He aprendido que no es suficiente ser perdonado por otros. A veces, debes aprender a perdonarte a ti mismo.
He aprendido que no importa que tu corazón esté roto, el mundo no se detiene por tu dolor.
He aprendido que nuestro pasado y las circunstancias han influenciado a quienes somos pero somos responsables por quiénes seremos.
He aprendido que sólo porque dos personas discutan no significa que no se amen y tan sólo porque no discutan no significa que lo hagan.
He aprendido que dos personas pueden mirar la misma cosa y ver algo totalmente diferente.
He aprendido que no importa cuánto intentes proteger a tus hijos, en algún momento saldrán heridos: serán lacerantes tus heridas en el proceso.
He aprendido que hay muchas maneras de enamorarse y mantenerse enamorado.
He aprendido que, sin importar las consecuencias, aquellos que son honestos llegan más lejos en la vida.
He aprendido que tu vida puede cambiar en horas por gente que ni siquiera conoces.
He aprendido que escribir, lo mismo que hablar, puede aliviar dolores emocionales.
He aprendido que el paradigma en que vivimos no es todo lo que se nos ha dado.
He aprendido que diplomas en la pared no te hacen un ser humano decente.
He aprendido que la gente que más quieres en la vida son apartados de tí demasiado pronto.

Y tú... ¿qué has aprendido de tu vida?

miércoles, febrero 07, 2007

• La felicidad son pétalos


La felicidad son pétalos de años que Dios pone en nuestras manos para convertirla en una rosa.

La buscamos a nuestra medida, le fabricamos un entorno irreal que no tiene. La soñamos más que la vivimos y muchas veces, llevándola dentro, la sacamos y la desfiguramos en un ambiente de superficialidad.

Es intimidad en el amigo, luz en el hogar; es detalle, beso, sonrisa, flores, cielo, mar. Es verdad que la felicidad no es siempre estable, fija, duradera. Más bien parece un parpadeo, una luz que dura minutos, como huecos de trecho en trecho en una red muy tupida.

Los sufrimientos, en cambio, parecen un beso que se estanca, se posiciona, se adueña, se queda.


Si no se agota en ti la resistencia de la voluntad, ni la fuerza de las emociones, ni el hambre de aventura, ni la frescura de los hondos manantiales de la vida, has conocido la felicidad.

Si los golpes no te rompen la fe, si la indiferencia no te cierra las manos, si el egoísmo y la avaricia no te secan los sentimientos y llegas al fin con capacidad de emoción, de llanto, de perdón, de ternura, de plegaria, de luz, has conocido la felicidad...

(Autor desconocido)

martes, febrero 06, 2007

• El tamaño de las personas...


Los tamaños varían conforme el grado de compromiso... Una persona es enorme para uno, cuando habla de lo que leyó y vivió, cuando trata con cariño y respeto, cuando mira a los ojos y sonríe inocente. Es pequeña cuando solo piensa en si misma, cuando se comporta de una manera poco gentil, cuando fracasa justamente en el momento en que tendría que demostrar lo que hay de más importante entre dos personas: la amistad, el cariño, el respeto, el celo y asimismo el amor.

Una persona es gigante cuando se interesa por tu vida, cuando busca alternativas para tu crecimiento, cuando sueña junto contigo. Una persona es grande cuando perdona, cuando comprende, cuando se coloca en el lugar del otro, cuando obra, no de acuerdo con lo que esperan de ella, pero de acuerdo con lo que espera de si misma. Una persona es pequeña cuando se deja regir por comportamientos clichés. Una misma persona puede aparentar grandeza o pequeñez dentro de una relación, puede crecer o disminuir en un espacio de pocas semanas. Una decepción puede disminuir el tamaño de un amor que parecía ser grande. Una ausencia puede aumentar el tamaño de un amor que parecía ser ínfimo.

Es difícil convivir con esta elasticidad: las personas se agigantan y se encogen a nuestros ojos. Nuestro juzgamiento es hecho, no a través de centímetros y metros, sino de acciones y reacciones, de expectativas y frustraciones.

Una persona es única al extender la mano, y al recogerla inesperadamente, se torna otra. El egoísmo unifica a los insignificantes. No es la altura, ni el peso, ni los músculos que tornan a una persona grande... es su sensibilidad, sin tamaño...

(William Shakespeare)

lunes, febrero 05, 2007

• Creo en una juventud...


Creo en una juventud ... comprometida en el mundo de hoy, capaz de tomar el relevo de los mayores sin prisas ni atropellos, en paz y amistad.

Creo en una juventud... que siente los problemas de los hombres y no se cruza de brazos ante la injusticia y la opresión.

Creo en una juventud... que se aborrece de su vocabulario y el verbo destruir, y no tiene como norma de actuación la violencia.

Creo en una juventud que, sobre todo y a pesar de todo no pierde sus ilusiones y espera y lucha por un ideal.

Creo en una juventud sincera y abierta a la generosidad, con defectos y derrotas, con deseos siempre de más.


Creo en una juventud con fuerzas espirituales suficientes para salvar a nuestro mundo de los peligros de deshumanización, cansancio, indiferencia... que le acechan.


Creo en una juventud con valores trascendentes en sus categorías intelectuales, creo en una juventud que no desperdicia el ayer, pero que ama su hoy con pasión y se preocupa por edificar un mañana más digno y humano.

Creo en una juventud que construirá un mundo mejor en nuestro planeta, la tierrra, y logrará abrir el misterio de otros mundos siderales con el tesón de su ciencia y el empeño en sus empresas.

Creo en una juventud que busca con afán "el Camino, la Verdad y la Vida."

Tu fiel Amigo: "Jesús"

(Anónimo)

domingo, febrero 04, 2007

• Animales

Por alguna oculta razón atribuimos a los animales defectos que sólo tenemos los hombres.

No es falsa la serpiente cuando repta zigzagueando en su andar; es falso el hombre que deja la rectitud y anda por caminos sinuosos.

No es sucio el cerdo que se revuelca en el barro; es sucio el hombre que enloda su espíritu con conductas inmorales.

No es cruel la hiena que ataca a su presa para alimentarse; es cruel el hombre que hiere y tortura a sus hermanos.

No es charlatán el loro que repite sonidos huecos; es charlatán el hombre que habla sin tener nada que decir.

No es cobarde la gallina que huye del enemigo por instinto; es cobarde el hombre que no afronta los riesgos de su situación.

No es astuto el zorro que se hace el dormido para atrapar a su presa; es astuto el hombre que simula para engañar.

No es mentiroso el tero que grita lejos de su nido para defender su cría; es mentiroso el hombre que oculta la verdad que debería mostrar.

Tal vez, no se hace malo el hombre cuando se parece a los animales, y se hace malo el animal cuando se asemeja a los hombres...

(René Trossero)